La osteoporosis es una enfermedad esquelética en la que se produce una disminución de la densidad de masa ósea. Así, los huesos se vuelven más porosos y frágiles, haciendo que resistan peor los golpes y se puedan romper con mayor facilidad.
¿Por qué ocurre?
El hueso es tejido vivo que se descompone y reemplaza constantemente.
La osteoporosis ocurre cuando la generación de hueso nuevo es más lenta que la pérdida de hueso viejo.
Esta enfermedad afecta principalmente a mujeres después de la menopausia, aunque también puede hacerlo antes o afectar a hombres, adolescentes e incluso niños.
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mayores de 50 años padecerán fracturas
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Durante toda la vida, en el interior del hueso se producen numerosos cambios metabólicos, alternando fases de destrucción y formación de hueso.
Estas fases están reguladas, entre otros factores, por:
En condiciones normales, una persona alcanza una cantidad máxima de masa ósea (“pico de masa ósea”) a los 30-35 años. A partir de ese momento, existe una pérdida natural de masa ósea.
¿Por qué las mujeres tienen más frecuentemente osteoporosis?
Los factores de riesgo de osteoporosis, se pueden dividir entre:
Los más usuales son:
Bajo peso (IMC < 19 kg/m2 )
Déficit estrogénico:
Tabaco y alcohol (menor masa ósea en los pacientes fumadores)
Hipogonadismo (en los dos sexos)
Dieta:
Niveles bajos de Vitamina D
Enfermedades y fármacos osteopenizantes
Edad
Sexo femenino
Raza blanca
Genética (antecedentes familiares; el 70-80% del pico de masa ósea viene determinado genéticamente)
Al no mostrar síntomas hasta que se produce la fractura, para su diagnóstico se debe valorar la existencia de los factores de riesgo a partir de un buen historial y la correcta exploración física, con las exploraciones complementarias que se consideren necesarias.
A la osteoporosis se le llama epidemia silenciosa porque no muestra síntomas hasta que hay suficiente pérdida de hueso como para producirse fracturas.
Las fracturas más comunes son:
1 de cada 5 mujeres mayores de 50 años tiene al menos una fractura vertebral.
Suelen pasar desapercibidas, ya que la mayoría son asintomáticas o provocan unas molestias que pueden ser diagnosticadas como “dolores de columna”. Suelen descubrirse de forma al realizarse una radiografía de tórax, abdomen o raquis, efectuada por cualquier otra causa.
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Fractura por compresión
En algunos casos, puede existir una fractura de la columna vertebral sin producirse una caída. El motivo es que las vértebras pueden debilitarse hasta contraerse, ocasionando dolor de espalda, pérdida de estatura y una postura encorvada hacia adelante.
Las fracturas vertebrales constituyen un importantísimo factor de riesgo de nuevas fracturas. Así, llegan a multiplicar por 4,4 el riesgo de sufrir una nueva fractura vertebral, o a duplicar el riesgo de sufrir una fractura de cadera, o en cualquier otro lugar del esqueleto.
Fractura de Colles o extremo distal del radio, es la más temprana y afecta sobre todo a mujeres (85%).
Tienen especial importancia al considerarse un acontecimiento grave que requiere intervención quirúrgica, ingreso hospitalario y supone una pérdida de calidad de vida para el paciente, aunque sea por un periodo corto de tiempo.
Estas fracturas aumentan con la edad (más frecuente en mujeres), produciéndose unos 15 años después de las fracturas de muñeca y vertebrales.
El tratamiento tiene como objetivos mejorar el nivel de masa y calidad ósea, así como reducir de manera importante el riesgo de padecer fracturas.
No se puede hablar de una curación total de la enfermedad, pero sí de una mejoría. Cada paciente y cada opción terapéutica se deben valorar de forma individualizada para conseguir los objetivos.
La variabilidad en la presentación de los síntomas, el curso crónico de la enfermedad, la necesidad de seguir tratamientos prolongados y las secuelas que puedan originar las fracturas, causan numerosas dificultades en la vida de los pacientes.
Por ello, es necesario que el paciente tome consciencia de la necesidad de mantener hábitos saludables, como una dieta equilibrada rica en calcio, abandonar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol, así como realizar ejercicio diariamente con control para evitar caídas.
Tratamientos antirresortivos, que evitan la pérdida de masa ósea.
Tratamientos osteoformadores, que estimulan la formación de nuevo hueso.
Tratamiento mixto, que presenta acción antirresortiva y osteoformadora.
El médico valorará las características del paciente, sus antecedentes patológicos y los factores de riesgo de osteoporosis y decidirá el fármaco más adecuado.
Alimentación
Calcio y vitamina D
Son elementos nutricionales fundamentales en la salud ósea a lo largo de toda la vida, en la consecución y mantenimiento del pico de masa ósea. Además, su ingesta es fundamental para optimizar el resultado del tratamiento de la osteoporosis.
Los requerimientos de calcio no son los mismos para todos los grupos de edad. Por ello, en algunos casos, es necesario dar suplementos de calcio para llegar a la cantidad recomendada.
La vitamina D también es una sustancia fundamental para el hueso. Se activa en la piel cuando esta recibe el efecto de la irradiación solar.
Según la analítica sanguínea, el médico puede recomendar la suplementación de vitamina D y/o calcio para alcanzar los niveles adecuados.
¿Sabías?
Las recomendaciones de la Sociedad Española de Reumatología sobre la ingesta de calcio y vitamina D en personas con osteoporosis son:
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Para reducir el riesgo de caídas, es recomendable adaptar el entorno con algunas medidas sencillas. Colocar alfombras antideslizantes en la bañera o ducha y asegurar o retirar las alfombras sueltas ayuda a prevenir tropiezos. Además, es importante mantener las zonas de paso ordenadas y despejadas, así como garantizar una iluminación adecuada en todas las estancias.
Practicar ejercicio físico fortalece los huesos y reduce entre un 25% y un 50% el riesgo de fractura. Algunos ejercicios fortalecen los músculos y los huesos, mientras que otros están diseñados para mejorar el equilibrio, ayudando a prevenir caídas.
El ejercicio mejora el estado de ánimo y la autoestima, además de tener efectos positivos en el sistema cardiovascular y óseo, ambos afectados frecuentemente por comorbilidades como la ateroesclerosis o la osteoporosis.
A menos de 3 unidades al día (una unidad de alcohol equivale a 200 ml de cerveza o 100 ml de vino o 25 ml de un licor). El consumo excesivo de alcohol constituye un importante factor de riesgo de osteoporosis, que disminuye la masa ósea por la alteración de la formación y remodelado óseo.
El calcio debe ser suministrado a través de la dieta para garantizar una adecuada mineralización ósea. Para su correcta absorción, es esencial la presencia de vitamina D. Una exposición moderada al sol ayuda a que nuestro cuerpo produzca y active la vitamina D.
Accede a nuestro apartado de recursos donde encontrarás material descargable sobre Osteoporosis
Se pregunta por los antecedentes personales y familiares, con especial atención a la existencia o no de fracturas y a una serie de enfermedades y tratamientos relacionados con la osteoporosis.
Una buena exploración física informará adecuadamente sobre la existencia o no de los factores de riesgo.
Se debe examinar la columna para detectar posibles deformidades y la existencia de malas posturas.
Se realizarán para descartar o valorar otras enfermedades causantes de fragilidad ósea y para obtener valores de parámetros tan importantes como la vitamina D y hormona paratiroidea que orienten al médico sobre el diagnóstico.
Aunque la radiografía no es útil para el diagnóstico de la osteoporosis, sí lo es para detectar deformidades vertebrales o antecedentes de otras fracturas. Así, en caso de haber sufrido una fractura por fragilidad, la radiología será demostrativa y diagnóstica.
En la radiografía, el médico busca signos de disminución de la densidad ósea (osteopenia), aunque debería ser mayor del 30% para aparecer en una radiografía convencional, existiendo una gran influencia de factores técnicos al evaluarla.
La osteoporosis se diagnostica mediante la cuantificación de la densidad mineral ósea (DMO) a través de una densitometría, y permite predecir el riesgo de fractura en pacientes sin ningún hueso roto.