El lupus es una enfermedad autoinmune en la cual el sistema inmunológico ataca por error sus propias células y tejidos. Al confundirlos con partículas extrañas, produce anticuerpos contra estos tejidos sanos y provoca una reacción inflamatoria.
Puede afectar distintos sistemas y órganos del cuerpo como la piel, las células sanguíneas, las articulaciones, el cerebro, el corazón, los pulmones o los riñones.
Se desconocen sus causas. Si bien la genética juega un papel importante, no es el factor determinante, y existen varios factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de la enfermedad, como pueden ser el sexo, la edad o la raza.
Además de los factores de riesgo, existen algunos desencadenantes que pueden hacer que una persona con predisposición hereditaria desarrolle lupus, como pueden ser la exposición al sol, las infecciones, el uso de algunos medicamentos, el estrés, el tabaco o la dieta.
¿Por qué se llama así? Lupus significa “lobo” en latín, y el origen del nombre se debe a que esta enfermedad puede originar una erupción en la cara similar a las marcas que tienen algunos lobos en el rostro.
El lupus afecta más a las mujeres que los hombres y puede presentarse a cualquier edad.
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El lupus presenta una amplia variedad de síntomas, que tienden a aparecer y desaparecer, sin seguir un patrón. Cuando estos síntomas aparecen y se intensifican, en un período de mayor actividad de la enfermedad, se llama brote.
La intensidad del brote puede variar de leve-moderado a fuerte.
Algunos de los síntomas del lupus pueden ser:
Ante la presencia de síntomas, lo más recomendable es acudir al médico.
Reconocer las señales de alerta antes de que ocurra un brote ayuda a prevenirlo o suavizar sus síntomas.
Se revisa el historial clínico del paciente y antecedentes familiares.
Se hace un examen físico completo.
Puede solicitarse un análisis de sangre.
Se realiza una extracción de muestras de la piel o de los riñones para examinar con un microscopio.
Representa alrededor del 70% de los casos de lupus. Van de muy leves a severos y pueden afectar varias partes del cuerpo y causar dolor en las articulaciones, fatiga, alopecia (caída del pelo), sensibilidad a la luz, fiebre, sarpullido y problemas renales.
Provoca erupciones cutáneas (sarpullido), lesiones, alopecia, úlceras, fotosensibilidad o inflamación de los vasos sanguíneos de la piel (vasculitis).
Existen 3 clases de lupus cutáneo:
LUPUS ERITEMATOSO DISCOIDAL
Se denomina así porque la erupción suele tener forma de disco. Las lesiones a menudo son rojas, con relieve y escamosas. Generalmente no duelen, pero pueden causar cicatrices o decoloración permanente de la piel. Las lesiones discoidales también son muy sensibles a la luz. Algunas personas con este tipo de lupus desarrollarán LES.
LUPUS ERITEMATOSO CUTÁNEO SUBAGUDO
Genera extensas lesiones rojizas escamosas en las partes del cuerpo más expuestas al sol y a la luz artificial, como brazos, cuello y hombros.
Aproximadamente el 50% de las personas con lupus cutáneo subagudo también tienen LES.
LUPUS CUTÁNEO AGUDO
Las lesiones ocurren en quienes están pasando por un episodio de exacerbación del LES. La forma más común es un sarpullido en forma de mariposa, distribuido sobre las mejillas y el puente nasal.
Algunos fármacos para enfermedades crónicas como hipertensión, epilepsia o artritis reumatoide pueden originar este tipo de lupus. Aunque es similar al LES, los síntomas a menudo desaparecen cuando se suspende el medicamento.
Aunque no es frecuente, el lupus neonatal puede afectar a los hijos de las madres con lupus, que les transfieren anticuerpos de madre a feto, en el útero. Los síntomas son sarpullidos, problemas hepáticos y bajo recuento de glóbulos. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen después de unos 6 meses y no implica necesariamente que el bebé vaya a desarrollar lupus más adelante.
Aunque actualmente no tiene cura, el lupus se puede controlar con un programa de tratamiento y monitorización adecuada.
El objetivo de los tratamientos es mantener el lupus bajo control y minimizar los síntomas, con medicamentos que buscan:
Son 10 recomendaciones para los afectados con lupus preparadas por la Sociedad Española de Reumatología (SER):
Una información adecuada ayuda a resolver dudas e incertidumbres. Se aconseja que sea el médico especialista el punto de referencia para la obtención de la información relacionada con la enfermedad o filtrar adecuadamente la conseguida por otros medios.
Convivir con el lupus no significar vivir para la enfermedad. Como patología crónica, el paciente debe saber valorar su estado clínico y manejar su tratamiento, pero sin obsesionarse.
Es frecuente que los pacientes con lupus tengan que tomar diversos tipos de tratamientos de forma crónica, algunos de los cuales pueden conllevar varios efectos secundarios. Esto puede provocar reticencias e indisciplinas a la hora de tomar los medicamentos. No obstante, es importante ser consciente de que una correcta adherencia es fundamental para un buen control de la enfermedad y evitar secuelas irreversibles.
El ejercicio mejora el estado de ánimo y la autoestima, además de tener efectos positivos en el sistema cardiovascular y óseo, ambos afectados frecuentemente por comorbilidades como la ateroesclerosis o la osteoporosis.
El tabaco tiene efectos perniciosos en diversas manifestaciones lúpicas, especialmente en las cutáneas y también se ha demostrado que es un factor de riesgo para que los pacientes puedan sufrir eventos cardiovasculares isquémicos, una complicación que ha adquirido especial relevancia en las últimas décadas.
La radiación ultravioleta es un factor patogénico en el lupus. Por ello, debe mantenerse una correcta protección frente a la exposición solar, que debe ser estricta en caso de afectación cutánea y recomendable en el resto de afectados.
En pacientes con lupus el embarazo puede afectar al curso de la enfermedad, al igual que esta puede producir complicaciones obstétricas o fetales, comprometiendo el resultado final.
Se ha demostrado que una correcta planificación del embarazo, de acuerdo a los consejos médicos y una monitorización según protocolos específicos, mejora enormemente el desarrollo de la concepción.
Los pacientes con lupus tienen globalmente un riesgo aumentado de padecer ciertas infecciones. Por tanto, deben seguir adecuadamente con las medidas de prevención y las indicaciones sobre la administración de vacunas que se les vaya recomendando.
Múltiples estudios han demostrado que los pacientes con lupus tienen una ateroesclerosis precoz y una incidencia de eventos cardiovasculares mayor que en la población general. Esto se debe a factores dependientes de la enfermedad, así como a ciertos tratamientos.
Para minimizar estos riesgos, es necesario un buen control de la actividad inflamatoria del lupus. Además, también se debe intentar reducir al mínimo los factores de riesgo cardiovascular tradicionales como la obesidad, la hipertensión o la hipercolesterolemia.
Como en cualquier enfermedad crónica, es esencial la implicación de los pacientes. Estos deben aprender a vigilar sus síntomas para tomar medidas adecuadas en caso de rebrotes, siguiendo los consejos de su médico, deben conocer qué medicaciones pueden variar de dosis o tomar a demanda en función de los síntomas y cuáles no, y colaborar de forma disciplinada en todas aquellas medidas no farmacológicas indicadas por el médico.
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Presentes en la mayoría de las pacientes, como cansancio, fiebre y pérdida de peso.
Presentes en más de un 90% de los pacientes, como inflamación y dolor de las articulaciones.
Se presenta en un 60% de los pacientes al inicio y en un 80% a lo largo de la enfermedad. Una manifestación frecuente es el eritema malar (inflamación y enrojecimiento en la nariz y mejillas que puede causar dolor, sensación de ardor y piel tirante).
Suele presentarse con forma de mariposa y normalmente se relaciona con la exposición al sol. También pueden aparecer úlceras o aftas en la boca, pérdida de cabello, púrpura (manchas de color púrpura en la piel) y urticaria.
Muy habitual sobre todo al inicio de la enfermedad, se caracteriza por palidez, entumecimiento y frialdad en los dedos.
Presente en el 50-70% de los pacientes con lupus. Se produce una inflamación o cicatrización de los pequeños vasos sanguíneos del riñón que filtran la sangre (llamados glomérulos). Esto puede provocar un acúmulo de residuos en el organismo o un mal control de los niveles hormonales o de la presión arterial.
Suele aparecer en los primeros años de la enfermedad. Los más frecuentes son dolor de cabeza, depresión, convulsiones, ansiedad y disminución de funciones cognitivas (orientación, lenguaje, memoria…). Además, también es posible que una depresión sea “reactiva” a la misma enfermedad: el paciente no se deprime debido al lupus, sino que el hecho de saber que tiene lupus le origina angustia y síntomas depresivos.
Suele presentarse con la presencia de un coágulo sanguíneo o <<trombo>> que obstruye el flujo de sangre a ciertas partes del cerebro. Solo en una de cada tres personas, la presencia de estos síntomas puede atribuirse directamente al lupus.
Se manifiesta como dolor de pecho y dificultad para respirar a causa de una pleuritis (inflamación de la membrana pulmonar), neumonitis intersticial (inflamación con cicatrización) o hipertensión pulmonar.
Son frecuentes en pacientes con Lupus, pero suelen estar más asociados al tratamiento que a la enfermedad en sí misma. Destacan la gastritis (inflamación o hinchazón del revestimiento del estómago) o la úlcera péptica (llaga en la mucosa del estómago).
Se manifiestan como una disminución del número de glóbulos blancos (leucopenia), de los glóbulos rojos (anemia) y de las plaquetas (trombocitopenia).
Se asocia con la presencia de coágulos sanguíneos en arterias y venas.