La artritis es la inflamación de las articulaciones que genera dolor, hinchazón y sensación de entumecimiento o rigidez. Estos síntomas pueden durar solo unos días o semanas, en cuyo caso se trataría de artritis aguda, o bien durar meses o años, que sería artritis crónica.
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria crónica autoinmune, en la cual el sistema inmunológico reacciona por error contra tejidos del propio cuerpo.
Afecta preferentemente a las articulaciones de forma simétrica (las articulaciones derecha e izquierda del cuerpo), pero también puede dañar los órganos internos, por lo que debe considerarse como una enfermedad sistémica o que afecta a todo el cuerpo.
Artritis y artrosis no son lo mismo, a pesar de que ambas son enfermedades reumáticas crónicas y degenerativas, tienen orígenes distintos y, por lo tanto, deben tratarse de forma diferenciada.
La artrosis es una enfermedad degenerativa y crónica, que afecta las articulaciones y consiste en la pérdida de cartílago. Esto provoca que los huesos se rocen y se vayan desgastando.
Artrosis y artritis reumatoide comparten circunstancias que favorecen la aparición y evolución de la enfermedad. Sin embargo, otros factores de riesgo son distintos:
*Los movimientos repetitivos y la sobrecarga de las articulaciones favorecen el desgaste del cartílago articular.
La artritis o inflamación de las articulaciones se produce porque unas células del sistema inmunitario (linfocitos) atacan la membrana sinovial que recubre las articulaciones.
Si la inflamación se mantiene a lo largo del tiempo, puede conducir a la destrucción articular y a la invalidez progresiva.
Las manifestaciones articulares son consecuencia de la propia inflamación y de las lesiones que se van produciendo a medio y largo plazo. Por ello, son la expresión más característica de la artritis reumatoide: siempre están presentes, aunque varían en su localización, intensidad y evolución.
Por orden de frecuencia, las articulaciones más afectadas son las de:
Esta enfermedad afecta principalmente a mujeres después de la menopausia, aunque también puede hacerlo antes o afectar a hombres, adolescentes e incluso niños.
padecen AR
es más frecuente su inicio
en España (1,07% de la población)
diagnosticados cada año en España
Pese a estas estadísticas, la AR puede aparecer en cualquier período de la vida, incluso en la infancia o la adolescencia.
La artritis reumatoide (AR) es consecuencia de modificaciones en el comportamiento del sistema inmune (autoinmunidad) por la interacción entre varios factores y a través de mecanismos que aún no se conocen por completo.
Incrementan el riesgo de desarrollar la enfermedad. Según las últimas investigaciones, son varios los genes involucrados en el origen de la AR.
Esto no significa que sea una enfermedad hereditaria, sino que ciertas variantes en algunos genes predisponen a padecerla. Por eso algunas familias cuentan con varias personas afectadas. Pero una persona puede ser portadora de algún rasgo genético potencialmente favorecedor de AR y no desarrollar la enfermedad.
Tabaquismo
El tabaco es el factor ambiental que puede contribuir mayoritariamente a la aparición de la AR.
Así, los fumadores tienen más riesgo de padecer la enfermedad. Esto puede deberse a que el tabaco puede modificar algunas proteínas humanas que, de esta manera, se convierten en objetivos que nuestro sistema inmune pretende eliminar, provocando una respuesta autoinmune.
Aunque el clima y la humedad no aumentan el riesgo de artritis reumatoide, algunos cambios climáticos, y en particular cuando el tiempo empeora, hacen que cualquier articulación dañada por esta o por otra enfermedad sea más dolorosa.
Es posible que algunos microorganismos, como ciertos virus o los gérmenes causantes de la enfermedad periodontal (inflamación crónica de las encías) puedan desencadenar la respuesta autoinmune que caracteriza la AR.
Además de molestias en las articulaciones, la artritis reumatoide (AR) puede producir estos síntomas:
Ante la aparición de cualquiera de estos síntomas, acuda a su médico.
La artritis reumatoide (AR) puede resultar difícil de diagnosticar en las etapas tempranas, ya que comparte signos y síntomas tempranos con muchas otras enfermedades y no hay un análisis de sangre o hallazgo físico que confirme el diagnóstico.
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad crónica provocada por diferentes causas y mecanismos que no son completamente conocidos, por lo que su tratamiento es complejo y prolongado.
Actualmente, los tratamientos disponibles no permiten curar la AR, aunque sí aliviar de manera notable la intensidad de las manifestaciones, reducir o incluso frenar la actividad inflamatoria y prevenir las secuelas de las fases avanzadas.
Los analgésicos y antiinflamatorios, que disminuyen el dolor y la inflamación, se encuentran entre los más utilizados, en particular los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y los corticoides.
Son los fármacos más importantes en el tratamiento de AR. Su acción tiende a detener la actividad inflamatoria, por lo que pueden mejorar el curso de la enfermedad.
Los FAME se suelen utilizar durante períodos prolongados de tiempo, o incluso durante toda la vida, ya que se intenta conseguir la «remisión clínica», es decir, interrumpir la actividad inflamatoria causante de las lesiones.
Los denominados FAME «biológicos» y los llamados FAME «target o dirigidos» han supuesto un avance determinante en el tratamiento de la AR.
Gracias a la combinación de los FAMEs, hoy en día se está consiguiendo una importante mejora en el pronóstico de AR.
La correcta administración del fármaco es imprescindible para controlar adecuadamente la enfermedad. Debe cumplir con la pauta fijada por su médico y no realizar cambios en la medicación sin consultarle porque pueden afectarle negativamente al control y evolución de la enfermedad.
El objetivo del tratamiento es la remisión, que significa ausencia o mínima actividad de la enfermedad. Los FAME han hecho posible que las personas alcancen y conserven el estado de remisión y disfruten una buena calidad de vida al tiempo que manejan su artritis.
Actualmente, los tratamientos disponibles han permitido reducir mucho la necesidad de intervenciones quirúrgicas en pacientes con AR. No obstante, si el paciente presenta una articulación especialmente dañada, se puede plantear la necesidad de algún tipo de cirugía reparadora.
Llegado el momento oportuno, el reumatólogo informará sobre estas posibilidades de tratamiento.
En caso de padecer artritis reumatoide, lo más recomendable es seguir el consejo del médico y tomar los medicamentos según lo pautado. Además, es recomendable seguir estas medidas:
Para evitar que el dolor empeore, se debe cambiar el nivel de actividad, evitando la sobrecarga y se recomienda cambiar la posición con frecuencia. Además, se deben buscar herramientas y utensilios adecuados diseñados para personas con artritis, así como equilibrar los períodos de descanso y actividad durante el día
Es importante dormir lo suficiente, llevar una alimentación saludable y estar lo más activo posible físicamente, adelgazar unos kilos en caso de tener obesidad para aliviar la presión sobre las articulaciones y, si se es fumador, pedir ayuda al médico de cómo dejarlo
Como norma general debe seguirse una dieta variada, comer un poco de todo y en cantidades moderadas.
Es importante el consumo de leche y derivados lácteos por su aporte de calcio. Además, pueden ayudar suplementos nutricionales como los ácidos grasos poli-insaturados Omega-3.
El ejercicio moderado ayuda a mantener flexibles las articulaciones y a aumentar la fortaleza y el vigor, así como a mejorar el funcionamiento de corazón y pulmones. En caso de artritis, debe procurarse ser físicamente activo 30 minutos casi todos los días. Son una buena opción los ejercicios dentro del agua.
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Articulaciones sensibles, calientes e hinchadas Rigidez articular que generalmente empeora por las mañanas y después de la inactividad.
Síntoma común y a menudo primera señal de inflamación, es un sentimiento de cansancio, agotamiento, pérdida de energía, debilidad física o sueño.
Sentirse cansado permanentemente puede causar tensión y depresión. Y cuando se agota físicamente, el sistema inmunológico está menos apto para combatir la infección y la enfermedad.
Especialmente durante los periodos agudos (o episodios de exacerbación). Es posible que no se tengan ganas de comer. Aun así, es esencial mantener una dieta saludable y equilibrada ya que precisamente en este periodo puede ser necesaria más energía de lo normal.
Especialmente durante los periodos agudos (o episodios de exacerbación). Es posible que Son muy habituales debido a la reducción del apetito o un súbito estilo de vida sedentario puede originar aumento de peso. La pérdida de peso intencional puede ser peligrosa y causar debilidad, dejar exhausto e interferir en el tratamiento.
A menudo aparece una pequeña fiebre, 1 o 2 grados más alta de lo normal, como mecanismo de defensa del cuerpo contra la infección.
Pueden aparecer bultos o nódulos duros debajo de la piel cerca de las articulaciones. Esto ocurre en 1 de cada 3 a 5 personas con AR. Su tamaño es variable (generalmente menores de 1-2 cm) y se localizan típicamente en áreas de presión como los codos, antebrazos, dedos de las manos y tendón de Aquiles.
La reducción del número de glóbulos rojos puede causar cefalea y fatiga, entre otros síntomas. La inflamación descontrolada de AR puede producir anemia.
Una inflamación muy alta también puede provocar trombosis, o un aumento de plaquetas que provoca coágulos sanguíneos.
Es una de las manifestaciones extraarticulares más características de la AR. Consiste en la inflamación de la pared de los vasos sanguíneos, que reduce el diámetro del vaso sanguíneo y el flujo de sangre, disminuye el aporte de nutrientes y oxígeno de los tejidos afectados, y se incrementa el riesgo de coágulos y obstrucción de la circulación.
Suele afectar los vasos sanguíneos que abastecen la piel y puede implicar muchos órganos del cuerpo, como ojos, riñones y corazón.
La artritis reumatoide puede aumentar el riesgo de endurecimiento y obstrucción de las arterias, así como la inflamación del saco que rodea el corazón.
Las personas con artritis reumatoide tienen un mayor riesgo de inflamación y proceso de cicatrización de los tejidos pulmonares, lo que puede provocar una falta de aire progresiva.
Es frecuente y consiste en una inflamación de las glándulas que lubrifican diversas partes del organismo como las lágrimas en los ojos, la saliva en la boca o las secreciones vaginales. La consecuencia es conjuntivitis, sequedad ocular (“sensación de arenilla en los ojos”), sequedad bucal y vaginal.
La artritis reumatoide en sí, junto con algunos medicamentos utilizados para tratar la artritis reumatoide, pueden aumentar tu riesgo de osteoporosis, una afección que debilita los huesos y los hace más propensos a las fracturas.