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ARTRITIS
REUMATOIDE

¿Qué es la Artritis Reumatoide?

La artritis es la inflamación de las articulaciones que genera dolor, hinchazón y sensación de entumecimiento o rigidez. Estos síntomas pueden durar solo unos días o semanas, en cuyo caso se trataría de artritis aguda, o bien durar meses o años, que sería artritis crónica.

 

La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria crónica autoinmune, en la cual el sistema inmunológico reacciona por error contra tejidos del propio cuerpo. 


Afecta preferentemente a las articulaciones de forma simétrica (las articulaciones derecha e izquierda del cuerpo), pero también puede dañar los órganos internos, por lo que debe considerarse como una enfermedad sistémica o que afecta a todo el cuerpo.

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¿Son lo mismo artritis reumatoide y artrosis?

Artritis y artrosis no son lo mismo, a pesar de que ambas son enfermedades reumáticas crónicas y degenerativas, tienen orígenes distintos y, por lo tanto, deben tratarse de forma diferenciada.

 

La artrosis es una enfermedad degenerativa y crónica, que afecta las articulaciones y consiste en la pérdida de cartílago. Esto provoca que los huesos se rocen y se vayan desgastando.

Persona sana

Artrosis

Artritis reumatoide

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Artrosis y artritis reumatoide comparten circunstancias que favorecen la aparición y evolución de la enfermedad. Sin embargo, otros factores de riesgo son distintos:

*Los movimientos repetitivos y la sobrecarga de las articulaciones favorecen el desgaste del cartílago articular.

¿Por qué se produce la inflamación?

La artritis o inflamación de las articulaciones se produce porque unas células del sistema inmunitario (linfocitos) atacan la membrana sinovial que recubre las articulaciones.

 

Si la inflamación se mantiene a lo largo del tiempo, puede conducir a la destrucción articular y a la invalidez progresiva.

¿A qué articulaciones afecta?

Las manifestaciones articulares son consecuencia de la propia inflamación y de las lesiones que se van produciendo a medio y largo plazo. Por ello, son la expresión más característica de la artritis reumatoide: siempre están presentes, aunque varían en su localización, intensidad y evolución.

 

Por orden de frecuencia, las articulaciones más afectadas son las de:

  • Manos y pies
  • Tobillos y rodillas
  • Hombros y articulaciones claviculares
  • Codos y muñecas
  • Articulaciones de la zona cervical de la columna vertebral
  • Caderas

Frecuencia de la enfermedad

Esta enfermedad afecta principalmente a mujeres después de la menopausia, aunque también puede hacerlo antes o afectar a hombres, adolescentes e incluso niños.

3 mujeres por cada hombre

padecen AR

40-60 años

es más frecuente su inicio

300.000 afectados

en España (1,07% de la población)

20.000 nuevos casos

diagnosticados cada año en España

Pese a estas estadísticas, la AR puede aparecer en cualquier período de la vida, incluso en la infancia o la adolescencia.

Principales factores de riesgo

La artritis reumatoide (AR) es consecuencia de modificaciones en el comportamiento del sistema inmune (autoinmunidad) por la interacción entre varios factores y a través de mecanismos que aún no se conocen por completo.

Incrementan el riesgo de desarrollar la enfermedad. Según las últimas investigaciones, son varios los genes involucrados en el origen de la AR.

Esto no significa que sea una enfermedad hereditaria, sino que ciertas variantes en algunos genes predisponen a padecerla. Por eso algunas familias cuentan con varias personas afectadas. Pero una persona puede ser portadora de algún rasgo genético potencialmente favorecedor de AR y no desarrollar la enfermedad.

Tabaquismo

El tabaco es el  factor ambiental  que puede contribuir mayoritariamente a la aparición de la AR.

Así, los fumadores tienen más riesgo de padecer la enfermedad. Esto puede deberse a que el tabaco puede modificar algunas proteínas humanas que, de esta manera, se convierten en objetivos que nuestro sistema inmune pretende eliminar, provocando una respuesta autoinmune.

Aunque el clima y la humedad no aumentan el riesgo de artritis reumatoide, algunos cambios climáticos, y en particular cuando el tiempo empeora, hacen que cualquier articulación dañada por esta o por otra enfermedad sea más dolorosa.

Es posible que algunos microorganismos, como ciertos virus o los gérmenes causantes de la enfermedad periodontal (inflamación crónica de las encías) puedan desencadenar la respuesta autoinmune que caracteriza la AR.

Principales síntomas

Además de molestias en las articulaciones, la artritis reumatoide (AR) puede producir estos síntomas:

Articulaciones

Fatiga

Inapetencia

Cambios de peso

Fiebre de baja temperatura

Nódulos reumatoides

Otras afectaciones:

Anemia

Vasculitis

Corazón

Pulmones

Síndrome de Sjögren

Osteoporosis

Ante la aparición de cualquiera de estos síntomas, acuda a su médico.

Cómo se diagnostica

La artritis reumatoide (AR) puede resultar difícil de diagnosticar en las etapas tempranas, ya que comparte signos y síntomas tempranos con muchas otras enfermedades y no hay un análisis de sangre o hallazgo físico que confirme el diagnóstico.

1. Exploración fisica

2. Análisis de sangre

3. Pruebas de diagnóstico por imágenes

  1. Durante la exploración física, el médico revisa las articulaciones para detectar hinchazón, enrojecimiento y temperatura. También puede evaluar los reflejos y fuerza muscular.

 

  1. Las personas con artritis reumatoide suelen tener una alta velocidad de sedimentación globular (VSG, también conocida como tasa de sedimentación) o de nivel de proteína C reactiva, lo que indica la presencia de un proceso inflamatorio en el cuerpo. Otros análisis de sangre comunes buscan anticuerpos reumatoideos y antipéptidos cíclicos citrulinados.

 

  1. Las imágenes de las radiografías pueden ayudar a detectar la AR, aunque al inicio de la enfermedad pueden ser imágenes prácticamente normales y suelen ser más útiles cuando esta progresa.
Para confirmar el diagnóstico, en algunos casos el médico necesita otras exploraciones complementarias, como una tomografía computarizada (TC/TAC), una resonancia magnética (RM) o un análisis del líquido articular (o líquido sinovial).

Tratamiento

La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad crónica provocada por diferentes causas y mecanismos que no son completamente conocidos, por lo que su tratamiento es complejo y prolongado.

 

Actualmente, los tratamientos disponibles no permiten curar la AR, aunque sí aliviar de manera notable la intensidad de las manifestaciones, reducir o incluso frenar la actividad inflamatoria y prevenir las secuelas de las fases avanzadas.

¿Qué tipos de tratamientos farmacológicos existen?

IMPORTANTE

La correcta administración del fármaco es imprescindible para controlar adecuadamente la enfermedad. Debe cumplir con la pauta fijada por su médico y no realizar cambios en la medicación sin consultarle porque pueden afectarle negativamente al control y evolución de la enfermedad.

¿Cuáles son los objetivos del tratamiento y su evolución?

El objetivo del tratamiento es la remisión, que significa ausencia o mínima actividad de la enfermedad. Los FAME han hecho posible que las personas alcancen y conserven el estado de remisión y disfruten una buena calidad de vida al tiempo que manejan su artritis.

 

Actualmente, los tratamientos disponibles han permitido reducir mucho la necesidad de intervenciones quirúrgicas en pacientes con AR. No obstante, si el paciente presenta una articulación especialmente dañada, se puede plantear la necesidad de algún tipo de cirugía reparadora.

 

Llegado el momento oportuno, el reumatólogo informará sobre estas posibilidades de tratamiento.

Recomendaciones generales

En caso de padecer artritis reumatoide, lo más recomendable es seguir el consejo del médico y tomar los medicamentos según lo pautado. Además, es recomendable seguir estas medidas:

Referencias bibliográficas consultadas

 

 

 

 

 

  • Sociedad española de reumatología (SER). www.ser.es

 

  • Grupo de trabajo de la GUIPCAR. Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Artritis Reumatoide. Madrid. Sociedad Española de Reumatología. 2019. ISBN 978-84-09-08450-0.

 

  • Gerlag DM, Raza K, van Baarsen LG, Brouwer E, Buckley CD, Burmester GR, et al. EULAR recommendations for terminology and research in individuals at risk of rheumatoid arthritis: report from the Study Group for Risk Factors for Rheumatoid Arthritis. Ann Rheum Dis. 2012;71(5):638-41.

¿Quieres saber más?

Accede a nuestro apartado de recursos donde encontrarás material descargable sobre artritis reumatoide 

Articulaciones

Articulaciones sensibles, calientes e hinchadas
Rigidez articular que generalmente empeora por las mañanas y después de la inactividad.

 

Fatiga

Síntoma común y a menudo primera señal de inflamación, es un sentimiento de cansancio, agotamiento, pérdida de energía, debilidad física o sueño.

 

Sentirse cansado permanentemente puede causar tensión y depresión. Y cuando se agota físicamente, el sistema inmunológico está menos apto para combatir la infección y la enfermedad.

Inapetencia

Especialmente durante los periodos agudos (o episodios de exacerbación). Es posible que no se tengan ganas de comer. Aun así, es esencial mantener una dieta saludable y equilibrada ya que precisamente en este periodo puede ser necesaria más energía de lo normal.

Cambios de peso

Especialmente durante los periodos agudos (o episodios de exacerbación). Es posible que Son muy habituales debido a la reducción del apetito o un súbito estilo de vida sedentario puede originar aumento de peso. La pérdida de peso intencional puede ser peligrosa y causar debilidad, dejar exhausto e interferir en el tratamiento.

Fiebre de baja temperatura

A menudo aparece una pequeña fiebre, 1 o 2 grados más alta de lo normal, como mecanismo de defensa del cuerpo contra la infección.

Nódulos reumatoides

Pueden aparecer bultos o nódulos duros debajo de la piel cerca de las articulaciones. Esto ocurre en 1 de cada 3 a 5 personas con AR. Su tamaño es variable (generalmente menores de 1-2 cm) y se localizan típicamente en áreas de presión como los codos, antebrazos, dedos de las manos y tendón de Aquiles.

Anemia

La reducción del número de glóbulos rojos puede causar cefalea y fatiga, entre otros síntomas. La inflamación descontrolada de AR puede producir anemia.

Una inflamación muy alta también puede provocar trombosis, o un aumento de plaquetas que provoca coágulos sanguíneos.

Vasculitis

Es una de las manifestaciones extraarticulares más características de la AR. Consiste en la inflamación de la pared de los vasos sanguíneos, que reduce el diámetro del vaso sanguíneo y el flujo de sangre, disminuye el aporte de nutrientes y oxígeno de los tejidos afectados, y se incrementa el riesgo de coágulos y obstrucción de la circulación.

Suele afectar los vasos sanguíneos que abastecen la piel y puede implicar muchos órganos del cuerpo, como ojos, riñones y corazón.

Corazón

La artritis reumatoide puede aumentar el riesgo de endurecimiento y obstrucción de las arterias, así como la inflamación del saco que rodea el corazón.

Pulmones

Las personas con artritis reumatoide tienen un mayor riesgo de inflamación y proceso de cicatrización de los tejidos pulmonares, lo que puede provocar una falta de aire progresiva.

Síndrome de Sjögren

Es frecuente y consiste en una inflamación de las glándulas que lubrifican diversas partes del organismo como las lágrimas en los ojos, la saliva en la boca o las secreciones vaginales. La consecuencia es conjuntivitis, sequedad ocular (“sensación de arenilla en los ojos”), sequedad bucal y vaginal.

Osteoporosis

La artritis reumatoide en sí, junto con algunos medicamentos utilizados para tratar la artritis reumatoide, pueden aumentar tu riesgo de osteoporosis, una afección que debilita los huesos y los hace más propensos a las fracturas.